Para mi perra de baño Sasha, las heces han convertido en el apogeo de su existencia. Adora las heces, adora el olor de ellas, o mejor dicho, el aroma de ellas, según ella misma dice. Ahora intenta traer las heces a cualquiera de sus acciones. Sujeta pasionadamente el pene, es necesario, claro, dejar heces encima de él y una sonrisa feliz se extiende por su cara llena de lujuria.
Perra pervertida, ¿qué puedo decir?