Este chico del pub me preguntó si le permitiría Fondarme y dije sí, claro.
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Cuando llegué a mi departamento descubrió que no tenía intenciones de dejarlo ir hasta que no hubiese disfrutado un poco de mi juguete de inodoro favorito.
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Colocé mi asiento de inodoro encima de su cara, le metí la merda en la boca mientras lo edgé y le colocé el desafortunado recluso permanente.
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Después introdujílo a mi forma favorita de hacer que un esclavo me comiera bien – mediante el waterboarding con mis calzas y orina.
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Estaba tan atontado y confundido después de sobrevivir mi tratamiento de orina que comerlo mientras tenía ojos hundidos y atónitos me permitió que mi merda deslizara fácilmente por su garganta.
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Nunca le devolví la llave, esa la mantengo como otro recuerdo.