El esclavo siempre espera con ansias el momento en que las Señoras van a necesitar sus servicios. Esta ansia es especialmente agradable cuando tendrá que prestar servicios sanitarios. A veces tiene que pasar horas enteras en el baño, dormir sobre el suelo. Un esclavo siempre debe estar a mano para que cuando las Señoras quieran defecar o orinar. Esta vez, la espera resultó extremadamente larga para mí. Señoras Cristina y Victoria no me quisieron dejar en el mismo cuarto, y tuve que pasar horas en el balcón a temperaturas heladas. Era muy frío, pero me calentaba la idea de que tendría que servir como inodoro para dos mujeres hermosas. Por fin, este momento llegó. Las mujeres me permitieron entrar a un cuarto caluroso, pero después de eso comenzaron a azotarme con un látigo. “Te calientas, explicaron. Quiero defecar, dijo Cristina, y luego procedí a mis deberes favoritos. Primero una, y luego otra anus de las Señoras se abrió hermosamente frente a mi cara y liberó un olor fragante de chocolate en mi boca. En esta ocasión, tanto Cristina como Victoria tenían un especial. Las Señoras comieron comida picante. Cristina – papas con ajo, Victoria – sushi. Ambas Señoras tenían heces con un olor muy fuerte. Me alimentaron, después de lo cual volví al balcón.