Yamato estaba encantado de ser el humano de baño del día. La amo le ordenó que no comiese, y asegurarse de que estaba listo para recibir todo lo que le sería dado dentro de su boca. Cuando la cruel dueña de escillas suzana bajó sus pantalones y se sentó encima de Yamato, ya podía oler la jugosía de la heces que salían de su anus escorbutico. Debió estar reteniendo su heces durante días. Comienza a presionar, dejando salir fetidos flatulencias que arrastraron continuamente el rostro de Yamato. Yamato sopló el aire y ya podía saborear el triunfo. Esto era una carga grande. Tenía un olor hermosamente putrefacto, el olor de intestinos y peces de tres días. El puntero flujo generosamente en boca de Yamato y la heces comenzaron a desintegrarse, desintegrándose húmedamente contra su boca. Yamato rozó los restos por honrar a la dueña. La heces negra escorbuta se desplazaba lentamente hacia su cuello, mientras que su lengua y boca entera estaban completamente cubiertos. Luchó para deglutir la lisa heces, y abrió más su boca para limpiar la anus fetido de la dueña.