Jichiro sufría en el suelo con dolor, después de ser aplastado repetidamente por las vixenas. Durante días, Jichiro solo podía groaner en el dolor después de ser castigado tantas veces por sus amosas. Hoy, había estado tendido en el suelo durante horas, con sus manos atadas a fondo. A medida que veía a una de las vixenas asentarse para tomar tiro, Jichiro abrió la boca. El fluido sucioso, salado flujo sin parar como una poderosísima cascada hacia su boca. Sabor a dulce, salado y amargo al mismo tiempo, Jichiro ingirió agradecidamente la orina. Sentía tan sediento y hambriento. Otroas vixenas parecían leer su mente y comenzaron a empujar fuera un turdo masivo, completamente con gruñidos en entre como el feces salía de su hueco ancho y hinchado. Jichiro abrió la boca más amplia para acomodar el turdo masivo, y comenzó a masticar el momento que tocó su lengua.