Mi esclavo adora mi cuero y ropa brillante. Anhelaba besar y lamerlos tan despacio! Miraba a mi con sus ojos hambrientos y sucios! ¡Nunca! Recibirá una lección que nunca olvidará. Debía castigarse por sus deseos sucios! Extremadamente castigado! Llené por completo su boca con una gran cántara de feces sucias y la esparí sobre su cara y cuerpo helado con la sola de mis botas. Debía lamer y tragar mis botas hasta que vomitara. Me escondí bajo las llenas plenamente de mis desagradecidas PVC medias hasta que parpadeaba. Y por último, lo hice penetrar su pequeño y virgeno ano con un vibrador mientras su cara llorosa estaba enterrada en mis feces. Pensaba que no podía experimentar nada peor. Verá la próxima vez…