Tu trabajo es bastante básico (y patético): estás el almohadón bajo mi escritorio–utilizo tu cara como apoyo para mis pies de tela, de esta manera estoy más cómoda mientras hago trabajo real, a diferencia tuyo. Mis pies profesionales se hunden mucho y huele mal, especialmente en tela: por lo tanto, necesitan ser aireados regularmente en tu cara. No tienes realmente una opción, pues esto es el puesto que he contratado a ti para. Basicamente, cada día estás humillado por una mujer que supera a ti en la escalera corporativa. Cuando hago un snap de los dedos y digo, «pies o adorar», tú queda en rodillas y obedeces. Además me gusta que me masajeen mis pies sufridos de jefa: respirando uno mientras masajeo el otro. Y sé lo malo que huele mi pie porque lo puedo oler desde mi silla de manager: ¡qué lástima tuya! ¡No te gusta tener una mujer cruel como tu jefa, subordinada!