Utilizo a mi esclavo en una habitación de hotel. Lo utilizó como taburete mientras odiaba y defecaba en el baño. Le di el permiso para oler y lamer mis calzas, pero su nariz se curvó ante el horrendo olor fetido, y después de unos segundos sus ojos empezaron a llorar. Por lo tanto, decidí castigarlo y defecarle en la boca! ¡Esa fue una heces realmente grande!
Próxima vez, graciasme por permitirle adorar mi olor!