Este esclavo encerrado está agradecido de ser liberado de su jaula, pero no es para ejercicio. Es para castigo! Se le ordena colocarse debajo del sillón de baño humano y su amoza le da una nueva entrega de su salsicha marrón directamente en su boca, y consume como un perro hambriento. Su agradecimiento… es ser aplastado con las tacones altas de sus amozas, poniéndose en su piel!