La mascota y esclavo de heces no respondió inmediatamente a la señora, y el tirón de su cadena significaba que iba a ser castigada. La señora colocó inmediatamente dos sillas uno frente al otro y sacó sus pantaletes. Un recipiente de vidrio claro se colocó entre las sillas, y ella se apretó el vientre duro, cojiéndose su heces suaves y blandas. Un chorro claro de orina salió, regando toda la área, mientras que las bolas de heces marrones se lanzaban lentamente al recipiente, una detrás de la otra. La heces marrón era flufi y salchicha-like y comenzó a desintegrarse en trozos fibrosos cuando se sumergió en la calurosa orina. La sopa de heces hueca tenía un olor dulce y ácido a la vez, y el esclavo sabía que su cara iba a entrar en el fondo del recipiente. Ella tiró bruscamente la cadena del esclavo y lo empujó hacia el fondo del recipiente, asegurándose de que sus labios y lengua aplastaran completamente la heces, y que estuvieran entre sus dientes también. Sentada sobre el espalda del esclavo, la señora lo mantuvo jugando con la heces con su boca. Al terminar, el esclavo intentó recuperar su respiración agonizada en su espalda, y recibió una merecida aplastamiento en la cara por ser tan patético esclavo de heces.