Fue la primera tentativa de Secretaria Hans satisfechar el gusto extraño de su jefe: éste deseaba ser un baño humano en el que ella pudiera orinar. La secretaria fue instruida para vestir la más escasa pareja de lencería que tenía. Lentamente, ella usó sus dedos suaves para retirar su ropa, exponiendo una pareja de lencería blanca, con sus dos tetas expuestas. El jefe se volvió más agresivo al ver la secretaria casi desnuda. Secretaria Han se enrojeció al ver a su jefe recostado plano sobre la superficie blanca, con su boca listo para recibir su preciosa orina. La mujer cerró los ojos al comenzar a sintir el calor de su orina saliendo de su pequeña orina. El calor que entraba en su cuerpo era suficiente para hacer que sus tetas marrones se enrojecieran. El jefe la llamó para acercarse, para que pudiera extraer todo su oro dorado. Ella siguió, sintiendo su jefe lamer sus fluidos fuera. Ella no pudo aguantarlo más, ya que expeló una cumula-blanca.