Mi esclavo se equivocó de manera grave esta vez, se atrevió a engañarme con otra amante: encontré fotos de él aplastado y adorando pies con calcetines rosados. Lo llevé a este refugio de montaña, lo atéjé a la silla y ahora tendrá que confesarlo mientras yo le hago preguntas con métodos bastante duros. Negó haber engañado a mi y me enoja aún más, azoto suro copiosamente para que confiese. Pero él dice que no recuerda: después de algunos golpes más, comienza a recordar algo. Dice que las fotos son mías y me enojo aún más, azoto a este vermín más intensamente. Pero parece convencido, miro de nuevo las fotos y en efecto reconozco mi tatuaje, tomamos estas fotos juntos en este refugio de montaña para mi sitio web. Pero sigo enojada, él debería haber recordado antes y podría haber evitado todo esto: es por eso que sigo azotándolo hasta que se vuelva rojo como las zapatillas en las fotos. Aún después de decirme que ha comprendido la lección, me dejo atado y me va diciendo que espero ya no tenga que recurrir a estas cansadas interrogatorias cuando es claro que él solo es mi propiedad.