Este esclavo cometió un grave error con naividad y impudencia. En la ausencia de sus amosas se atrevió a sentarse en el trono para hablar por teléfono, profanando un símbolo de poder que solo puede acercarse arrastrándose. Desafortunadamente para él, fue sorprendido a manos vacías y mercedlessmente castigado por mí y la Señora Gaia. Nosotros le arrojamos al suelo, le azotamos, le insultamos, destruimos su teléfono y le hacemos comerlo. Nosotros le aplastamos bajo nuestros zapatos y le pisotreamos juntas hasta que lo echamos y arrastró fuera como una gusana.