Lady Scarlet – La ladrona cautiva

Mientras descanso tranquilamente en mi sofá, un ruido me despertaba y encontraba a este porquero que había infiltrado en mi casa y robaba mi bolsillo: lo pego inmediatamente y lo aplasté con mis pies el cuello y el rostro. Este perro feo había elegido mal casa, no llamo a la policía, sino que lo ató, lo hice prisionero y empece a un tratamiento especial. Domino, sentada encima de él, le bloqueaba el aire con mis manos, pero no era suficiente. Ahora me pongo encima y uso mis pies para quitárselo el aire: lo presiono en el cuello hasta que se volvió morado, le dejo respirar y luego con mis pies juntas me monté encima de su cara y lo aplasté. Está completamente en mis manos y promete que ha comprendido la lección y que ya no robará de las casas de las personas.

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