Mi amiga Maya y yo estamos en el gimnasio para una sesión de estiramientos, reservé la sala entera para que pudieramos entrenar en paz. Sin embargo, después de un tiempo un hombre aparece y dice que está allí para el entrenamiento de artes marciales: claramente hubo un error en las reservas pero decidimos satisfacerlo y darle el entrenamiento que desea. Empezaremos con uno a uno: él me desafía primero, pero con algunas tomas y lanzamientos repetidamente lo dejo caer indefensivo, dominándolo con mis piernas recubiertas de nylon y haciéndolo adorar mis pies como signo de sumisión. También intenta patadas, pero no va mucho mejor y lo dejo fuera de combate una vez más antes de dejarlo a Maya. Dice que ha estado entrenando durante mucho tiempo, pero realmente es débil y también Maya lo deja fuera de combate varias veces sin esfuerzo: tal vez es solo una langosta que nos vio allí y quiso aprovecharse de nosotras, merece una pena dulce… Ahora somos dos para golpearlo con patadas y luego dominarlo con una doble posición de tierra. La humillación continúa con piezas en la cara y el pene: mientras Maya lo mantiene quieto, yo comienzo a darle un job de pie humillándolo y insultándolo. Está tan agotado que incluso no puede eyacularse, por lo que solo podemos terminar con una posición de victoria y su cara bajo nuestros pies.