Yo y mis dos amigas, Gea y Cleo, conversamos sentadas en el sofá. El esclavo nos llama de arriba, pero nos ignoramos. Él baja las escaleras y aparece sobre nuestras cabezas. Pero qué quiere este tonto? Está haciendo algunas tareas en la casa y nos pregunta si podemos darle la linterna. Nosotros le respondemos que está allí a un metro y nos ha molestado. Intenta y llega a través de la rejilla, pero se queda atascado. Nosotros intentamos ayudarlo, pero nada funciona. Pensamos que esta situación aparentemente dramática puede ser realmente divertida, como en esa película italiana. Ríendo, empezamos a palparlo. Lo golpeamos tan mal que está asustado, creyendo que su rostro se ha inflado y será aún más difícil sacarlo de allí. No nos importa, por el contrario, ya está tarde para nuestro aperitivo… dejamoslo allí, atascado en la rejilla, con una cara herida y la linterna en la mano…