Lady Scarlet – El vermilio es tu tortura

Hoy tengo una sesión de entrenamiento de látigo con mi esclava, pero ella se presenta tarde y peor aún, desnuda como debía de estar. Debió haberme evitado enojarme antes de una sesión de látigo, ahora mis golpes serán mucho más fuertes y cruelmente rudos. En las rodillas y apoyándose contra el sofá, tengo todo el dorso de su disposición y mi látigo a 9 colas comienza a hacerle la piel muy roja. Unas palizas a intervalos y luego golpes de látigo potentes que casi le quitan el aliento. Domino totalmente a ella y esto la excitaba, lo sé y lo siento entre sus piernas. Intentaba rogar por clemencia pero ignoro sus súplicas y la hice acostar en el suelo donde continué golpeándola mientras el pie de mi botas alcanzaba entre sus piernas para masturbarla. Estoy dispuesto a detener el látigo solo cuando comience a lamer mis botas rojas en las que también me lame el saliva.

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