Este hombre gordo que encuentro en el suelo ya está gemido, solo al verme acercarme con mis botas de cuero negro a tacones altos. Subo a él sin reparar en ello y me encuentro hundiéndome en su carne agachona entre sus gemidos de dolor. Cuando los tacones han dejado huellas profundas como agujeros en su cuerpo, permito que tome mis botas. Quiero sentir su carne y rostro deformarse bajo mis pies desnudos mientras piso sobre él con pasos pesados