Cuántas veces le he dicho a mi hijastra no sentarse en el sofá con sus zapatos? La atrapé en desobediencia roja de ojos, y ahora será castigada. En mis piernas, sufrirá duras palizas a mano desnuda, con el cepillo con el que estaba rieliando su cabello, y con la batidora de alfombras con la que debería haber batido el suelo. A cuatro patas con rodillas rojas, limpiando, ahora busca perdon…