Mi inocencia sucia corrió a mí y me pidió permiso para ir al baño. Le otorgué permiso, pero a condición de que se fuera a defecar, se hiciera sucia y comiese sus heces. Escuchando mis palabras, sus ojos se enencentaron aún más, nodió cabeza enérgicamente y acordóse feliz. Aquí sale la heces suciando su adorable culo. Mi pervertido sonrió, encendido, sabía que ella lo disfrutaría, tenía oportunidad de mostrarse en su plenitud. Ella se manchaba con la heces, arqueaba, posaba, para ella era un placer completo. Es precisamente por estas emociones que la adoro. Un poquito de heces en boca, savoriza, come, pero dice que mi heces saben mejor, sycophant.