Fue la más rudimentaria, la más instrucción de esclava sobre el fistenge un esclavo y sacarle faeces de su anus. La lenta penetración de nuestras manos en el esclavo estaba acompañada por la misma lenta y agradable conversación. La esclava temía insertar su mano en el anus por primera vez, hasta le pidió disculpas al esclavo por haberlo forzado a hacerlo. Aquella noche aprendí mucho sobre mi esclava, entendí muchas cosas sobre ella. Eramos tan cózinos, divertidos.
La esclava se cubrió de faeces, reíó mucho y contó sobre sus fantasías. Fue una increíble noche